¿Por qué viajamos?
Los motivos son
incalculables porque dependen de cada persona. Se viaja para romper con la rutina, para tomar distancia de lo cotidiano,
para conocer y experimentar de primera mano nuevas culturas, para ver ese
templo o monumento que tanto te ha hecho suspirar al mirarlo en fotos.
Porque te gusta.
No hay fronteras en tu imaginación ni en tus deseos, por lo que no debería de
haberlos en la realidad. ¿Qué tu profesión u oficio no te llena? Viaja. ¿Quieres volar? Viaja.
¿Te apetece hacer ejercicio?
No salgas a correr, sabes que solo vas a durar una semana. Viaja.
Viajar se puede aplicar a cualquier respuesta, pero si de verdad quieres cambiar algo de tu
vida, por muy pequeño que sea debes tener experiencia y eso se consigue
viajando. No hace falta irte a la otra punta del mundo pero tampoco te vayas al
parque que hay junto a tu casa, ya que eso no te va a ayudar. Puedes viajar
cerrando los ojos, tanto con la imaginación como con tu cuerpo.
Viajar es compartir experiencias con extraños con
la misma intimidad con la que se cuentan secretos a una mejor amiga. Viajar es
convertir a los extraños en tus amigos, hermanos, confidentes. Viajar te
enfrenta a la pluralidad y a la diversidad de nuestro planeta, con sus culturas
y su naturaleza dramática y, durante el viaje, de repente, te das cuenta: estás viva y eres feliz.


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